martes, 28 de abril de 2009

LOS TOP DE LAS CANCIONES EN MISA

En Segundo Medio yo dominaba la guitarra casi a la perfección. Bueno, había pasado todo el verano con ella al lado. Y descubrí que era un imán que podía utilizar para que las lolitas se fijaran en mí. Lo pude comprobar en las vacaciones en El Mariscadero, donde bastó que tocara un par de acordes para que la prima de mi amigo que nos había invitado a su casa en ese sector de la zona sur me tomara en cuenta (o como diría en esos tiempos , “me pescara”).
Con ese predicamento comencé a armar un cancionero, aprendiéndome sobre todo las canciones de Duran Duran, mi conjunto favorito. Y con diccionario en mano, las traducía para darme un poco más de peso ante el resto de los seudo trovadores que podían surgir por ahí.
La movida maestra ocurrió cuando en el colegio nos informaron que los que queríamos podíamos integrar una comunidad juvenil para preparar nuestra Confirmación. Ese fue el punto de inflexión. La excusa era el mencionado sacramento católico, el objetivo real era conocer chiquillas (“minas” en esa época). Y qué mejor que lucirme con mi guitarra. El “imán” servía porque solitas se acercaban como abejas a la flor. Les decía que andaba con la guitarra para todos lados porque estudiaba música en mis ratos libres. Hasta que el Padre Miguel me dio una misión impensada… en síntesis, me calzó.
“Antonio, aprovechando que tocas la guitarra, ¿por qué no te aprendes las canciones del cancionero de la capilla para que nos acompañes en las misas?”
Ese “¿Por qué no te aprendes?” significaba “Deja de pavonearte ante las niñas y haz algo útil con tu guitarra”.
Ante tales circunstancias, no me quedó más que ampliar mi repertorio con canciones dedicadas al Cielo. No lo puedo negar, al final me terminó gustando porque había algunas muy pegajosas.
Por ejemplo, la clásica era “Alabaré… alabaré… alabaré… alabaré… alabaré a mi Señor…” que en nuestro curso la adaptamos como "A la pared... a la pared... a la pared..."
Otra que yo tocaba era “Demos gracias al Señor, demos gracias…” que los contrarios al Régimen Militar cantaban “Democracia al Señor, democracia…”
Una muy prendida era “Gloria… gloria a Dios… alabanzas Él nos cuida con amor…”

Otra clásica era "Venid y vamos todos con flores a María... con flores a María... que Madre nuestra es..." . Cuando en el siguiente verso se subía el tono yo gritaba "Everybody sing!" para entonar nuevamente "Venid y vamos todos..."
También era fija en las misas aquella que decía "Vienen con alegría, Señor... cantando... vienen con alegría...". Esta se usaba cuando los curas entraban al altar para comenzar la misa. Lo irónico era que lo que menos lucían era alegría en sus caras antes de iniciar la Eucaristía.
Pero el hit de hits, el número uno indiscutible era “Tú has venido a la orilla… no has buscado ni a sabios ni a ricos… tan sólo quieres que yo te siga… Señooooooooor, nos has mirado a los ojos…” Si hubiera un programa de clásicos de la Iglesia, El Pescador de Otros Lagos tiene que estar sí o sí.
Mi clímax interpretando este tipo de canciones fue en la peregrinación al Templo Votivo de Maipú, el 12 de octubre. Se nos ocurrió con el resto de los amigos hacer la caminata desde el Estadio del colegio, ahí en Ochagavía, hasta el Templo. ¡Más de cuatro horas caminando! Pero no fue en vano, porque las lolitas de todos los colegios femeninos que acudieron a esa festividad nos miraban con un dejo de coquetería y de risa. ¡Si para taquillar con todo hasta cantamos El Patito de los Huasos Quincheros! Eso fue como mucho…

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