jueves, 7 de mayo de 2009

SOY EL CIUDADANO ANTONIO RAFAEL PARDO ARANCIBIA

Mis padres me tenían adoctrinado desde hacía mucho tiempo. Me decían de vez en vez “hijo, apenas cumplas los 18 años te tienes que inscribir en los Registros Electorales. Porque después, cuando busques pega, te van a pedir ese dato”.
Registros Electorales, palabra nueva para los de nuestra generación ya que crecimos bajo el alero del Caballero. A lo más, tuve la suerte de que en el colegio ejerciéramos el derecho a voto para escoger Presidente de Curso y Presidente del Centro de Alumnos. Y los Registros Electorales vendrían a ser las listas que había en los libros de clases.
Pero ese 1988 iba a ser especial. En octubre sería el plebiscito y yo estaba en la fecha límite para inscribirme. Así que dos días después de cumplir los 18 años, con un carrete de miedo, partí al Registro Electoral.
Pensé que iba a estar lleno, una fila larga esperando. Al contrario, lo que más había era aire. Ingresé a una sala y había una mesa larga donde estaban tres personas. Me pregunté en qué se entretenían mientras esperaba que alguien se apareciera.
Saludé como Dios manda y mis padres me enseñaron.
“Vengo a inscribirme”, les dije
“Que bien. ¿Me presta su carnet?”
Le entregué el documento y vino el comentario coyuntural.
“Ah, cumplimos 18 años hace poco no más. Me imagino cómo estuvo la fiesta”
Me quedé en silencio, pero que la habíamos pasado espectacular en mi cumpleaños lo habíamos pasado espectacular. Es que esa sensación de que ahora podía sacar licencia de conducir e ir al cine para ver películas para mayores de 18 es difícil de explicar.
Tras firmar un par de libros, me devolvieron el carnet y la persona que estaba al medio de las tres me dijo: “Felicitaciones, ahora usted es el ciudadano Antonio Rafael Pardo Arancibia. Lo esperamos en octubre para que vote”.
¿Ciudadano? ¿Y qué era antes, entonces? ¿Un ninguneado? ¿Un perdedor? ¿Un NN? ¿O sea, todos los que votábamos en el colegio éramos ciudadanos y no estudiantes? Mira tú, mi vida había agregado una nueva denominación: ciudadano.
Ahora bien, cuando regresaba a mi casa me pregunté, tras recordar lo que había escuchado en el casette pirata de Coco Legrand en el verano anterior: “En octubre es el plebiscito… entonces, ¿el SÍ es para qué se quede y el NO para qué no se vaya?”. Hasta el día de hoy lo escucho y me río… porque corrió solo y llegó segundo… oj… oj… oj…

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